Pájaros bobos éramos todos, sentados sin pensar a mitad de la noche. A veces, de la misma manera en que los bobos resultaban engañados por algún pájaro más listo que les arrebataba el pescado, los soldados se picaban, se molestaban, se arrebataban alguna cosa de poco valor, reñían por asuntos sin importancia y después seguían ahí, atados a su destino como las piedras, igual que yo.