En cierta ocasión un granjero plantó sandías en su campo. Lo estaba haciendo bastante bien, hasta que notó que algunos niños de la localidad se colaban en su plantación por las noches para comer sus sandías.
Después de pensarlo cuidadosamente, se le ocurrió una muy buena idea para lograr alejar a los niños de una vez y para siempre. Hizo un letrero y lo puso en el campo. A la noche siguiente, los chicos se presentaron y vieron la señal que decía: "¡Atención! Una de las sandías en este campo ha sido inyectada con cianuro".