«Durante generaciones y generaciones—observa Italo Calvino en el prólogo de esta edición—lo único que han hecho las mujeres de la tierra ha sido esperar y sufrir. Esperaban que alguien las amara, se casara con ellas, las convirtiera en madres, las traicionara. Y lo mismo sucedía con las protagonistas de Ginzburg». Publicada en 1947, «Y eso fue lo que pasó", la segunda novela de Natalia Ginzburg, es la historia de un amor desesperado; una confesión, escrita con un lenguaje sencillo y conmovedor, de la desgarradora lucidez de una mujer sola que durante años ha soportado la infidelidad de su marido y cuyos sentimientos, pasiones y esperanzas la abocan a extraviarse inexorablemente.
“Una historia llena de miedos y amores desesperados. Ginzburg, escritora combativa y fuerte como pocas, nos conduce en todas sus historias, tan humanas y conmovedoras, tan inteligentes, con un lenguaje cotidiano, escueto, casi crudo”.
El Cultural
«Un relato a tumba abierta donde se percibe la huella de la sensibilidad y sutileza de Anton Chéjov».
Carmen R. Santos, Leer
«Una novela breve en la que lo que pesa es el drama del miedo, ese abismo que destruye tantas y tantas expresiones de cariño».
Ricardo Martínez Llorca, Culturamas
«Una maestra del estilo limpio que sondeó la hondura humana».
Xesús Fraga, La Voz de Galicia
Una confesión punzante y lúcida, una lectura dura, pero de gran belleza".
Eric Gras, El Periódico Mediterráneo
«En estas páginas de literatura magistral el silencio y la soledad se mastican como si fueran una pasta espesa».
Fulgencio Argüelles, El Comercio
«Un disparo en mitad del otoño, una sorprendente novela negra que constituye un vertiginoso e ineludible regalo para el lector».
Ramón García, Prótesis
«Ginzburg no permite que sintamos simpatía por los personajes. Es más, esta es su gran habilidad, porque es lo que nos permite tomar distancia para analizarlos y reflexionar sobre las actitudes, los hechos y sus consecuencias, pero también sobre el hecho narrativo, magistral».
Diari de Sabadell
«Toda una lección de vida».
Santiago Aizarna, Ideal de Almería