Roberto Bolaño llegó a México como adolescente, el tiempo que pasó en esta ciudad lo dedicó a robar y devorar libros. Hizo amistades que lo marcaron, como marcan las amistades en la juventud, y pasó el tiempo alimentando su imaginación con temas y personajes mexicanos. Años después su escritura encontró en esta imaginación nutrida de lo mexicano los escenarios y los personajes para su obra.
Este libro sigue a Bolaño en su paso por México, y busca recuperar la evidencia que dejó entre líneas el autor de “Los detectives salvajes” (ganadora del premio Rómulo Gallegos en 1999) y “2666”, para responder a interrogantes sobre ¿por qué elige Bolaño a México como el espacio para situar la trama de sus novelas? ¿Es sólo un contexto geográfico o influye en el devenir de los argumentos y de los personajes? ¿Qué significado acarrean los lugares tan distintos como lo urbano, lo desértico y la frontera?
El autor identifica una intensificación en el tratamiento del tema mexicano, primero en ambientes, personajes y temas, para, finalmente, convertirse en el centro narrativo de las obras mayores del autor chileno. La imagen de México se asocia con la idea del crimen, de la muerte y del mal; caracterización profundamente pesimista, casi apocalíptica, lo que le permite hacer una lectura simbólica de la novela, haciendo referencia al origen mítico de México como el país remoto y exótico en donde se conservan fuerzas naturales primigenias, a veces destructivas, en donde se encarna el espíritu maligno y criminal azteca y en donde se verifica la caída o el extravío del visitante extranjero.