Como continuación de El mono desnudo, examina el comportamiento humano en las ciudades, también desde un punto de vista etológico. Desmond Morris analiza la sociedad que el mono desnudo ha creado y compara al hombre civilizado con su equivalente, el animal cautivo. Los animales salvajes libres no se mutilan a sí mismos, no se masturban, atacan a su prole, tienen úlceras de estómago, ni forman parejas homosexuales. Pero en estado de cautividad, manifiesta conductas semejantes a éstas, comunes al hombre urbano enjaulado en sus abarrotadas ciudades. La expresión jungla de asfalto con que el hombre designa su rebosante medio ambiente, es, por tanto, inexacta: Resulta más adecuado describirlo como un zoo humano. ¿Convertirá el hombre su zoo humano en es espléndido parque humano o en un gigantesco manicomnio evocador de las atestadas casas de fieras del siglo pasado?