Admitimos que el fenómeno de la guerra es más inasible y ofrece menos certidumbre que cualquier otro fenómeno social, en otras palabras, que es en mayor grado una cuestión de "probabilidad". Pero la guerra no tiene nada de sobrenatural; no es sino un fenómeno de este mundo, regido por la necesidad. Por eso, sigue siendo una verdad científica el axioma de Sun Tsi: "Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, y podrás librar cien batallas sin correr ningún riesgo de derrota." Los errores surgen de la ignorancia acerca del enemigo y de sí mismo; además, en muchos casos, las características de la guerra hacen imposible tener pleno conocimiento de ambos bandos; de ahí la incertidumbre de la situación y las acciones en la guerra, los errores y derrotas. Pero, sean cuales fueren la situación y las acciones en la guerra, es posible conocer sus aspectos generales y puntos esenciales. Gracias a todo tipo de reconocimientos y, además, a sus deducciones y juicios inteligentes, un jefe puede reducir los errores y ejercer una dirección correcta en líneas generales. Armados de esta "dirección correcta en líneas generales", podemos lograr más victorias y transformar nuestra inferioridad en superioridad y nuestra pasividad en iniciativa. Esta es la relación entre la iniciativa o la pasividad y la dirección subjetiva correcta o incorrecta de la guerra.