Cuando volvió el chico estaba despierto. Perdona, dijo.
No pasa nada.
Duerme.
Ojalá estuviera con mamá.
Él no dijo nada. Se sentó junto al pequeño arropados en las colchas y las mantas. Al cabo de un rato dijo: Te refieres a que te gustaría estar muerto.
Sí.
No debes decir eso.
Pero lo digo.
No lo hagas. No es bueno decir esas cosas.
No puedo evitarlo.
Lo sé. Pero procura no hacerlo.
¿Y cómo?
No lo sé.