La chica luciérnaga

No soporto el hecho de que no estés, de despertarme y que no seas la primera persona que vea, no soporto no escuchar tu voz, ni tu risa, no soporto, ni entiendo, que mi vida continúe como si nada, como si tú nunca hubieses estado en ella, dándole sentido y llenándola.

Cuando una chica dice que no, es que no

—Alguien me dijo una vez que las estrellas eran personas que morían y subían al cielo, y que desde ahí nos cuidaban.

Esa noche, todos fueron luciérnagas

Y luego están las miradas difuminadas, como yo las llamo. Esas miradas parecen limpias, pero si sabes mirar, verás que tienen un velo que cubre lo que está detrás, y lo que está detrás siempre suele ser malo.

—¿Por qué el mundo está lleno de malas personas? ¿Por qué la gente hace daño a otras? No entiendo nada, Brand, no entiendo este mundo de mierda donde pueda existir gente así, gente que disfruta haciendo daño a otros. Yo no quiero vivir aquí.

Yo te amo por encima de las nubes y de las estrellas, Brand. Te amo infinito.

—¿No es demasiado pronto? Creo que es demasiado pronto. Creo que deberíamos esperar.

—Te amo. Lo sabes, ¿verdad? —dijo Brand.

—Lo sé. Yo también te amo.

Eres mi ángel, chica luciérnaga. Curas mis heridas, me haces querer ser mejor, haces que quiera levantarme todos los días. Me has dado una razón para seguir. ¿Crees que eso es el infierno?