—¡No te imaginas lo que fue volver a Neuilly sin ti! Cualquier cosa sin ti, en realidad… Estuve a punto de volverme loco. Una noche la chiquilla estaba enferma, ya no recuerdo de qué, le dolía algo, quizá la cabeza. Me daba pena, pero salí de la habitación porque nada en el mundo me habría impedido decirle: «Espera, no llores, voy a buscar a Nounoune, ella te curará…». Y tú habrías venido, ¿verdad, Nounoune?