No presumas nunca por la superioridad ajena. Si el caballo, presumiendo, dijera: «Soy hermoso», sería soportable. Pero cuando tú dices presumiendo: «Tengo un hermoso caballo», sábete que presumes de la bondad de un caballo. ¿Qué es lo tuyo? El uso de las representaciones. Así que presume entonces, cuando te comportes conforme a naturaleza en el uso de las representaciones. Entonces estarás presumiendo de tu propia bondad.