El árbol de la ciencia es la obra cumbre del pesimismo y de la socarronería, del estudio científico-orgánico de ciertas especies humanas de Pío Baroja. Pero es también un lamento subjetivo, individualista, de quien siempre fue a la suya y dijo la suya. El ensayo de Fuster, Baroja y España: Un amor imposible, es un libro revelador: no hace arqueología de algo inerte, sino que emprende un examen en tiempo real, por lo que Pío Baroja o Andrés Hurtado son interlocutores bien vivos, aunque la muerte, la decepción y la derrota sean su lastre y consumación.
Esta novela ejemplifica la relación de su autor con España: Baroja deplora los nacionalismos, la política de escaso vuelo, la sociedad inerme y paralizada, la España sucia. Su deseo era convertir España en un país verdaderamente constitucional y jurídicamente europeo, sin casticismos clericales, sin ventajistas o logreros de la política. Un país con derechos individuales reconocidos y respetados. Con gentes cultas y deferentes. Sin fanáticos. Baroja describe a Andrés Hurtado siempre desengañado, reconcentrado, generalmente triste, que se desenvuelve como un anarquista instintivo, y que padece una soledad incurable.
El árbol de la ciencia es la obra cumbre del pesimismo y de la socarronería, del estudio científico-orgánico de ciertas especies humanas. Pero es también un lamento subjetivo, individualista, de quien siempre fue a la suya y dijo la suya. El ensayo de Fuster es un libro revelador: no hace arqueología de algo inerte, sino que emprende un examen en tiempo real, por lo que Pío Baroja o Andrés Hurtado son interlocutores bien vivos, aunque la muerte, la decepción y la derrota sean su lastre y consumación.