María Moliner (1900–1981), conocida gracias al Diccionario que lleva su nombre, es al mismo tiempo una figura desconocida y en cierto modo invisible. Una montaña de palabras, las que fue anotando en fichas y agrupadas por familias etimológicas, han terminado por eclipsarla, aunque hayan contribuido también a reconocerla. Si no hubiera sido condenada al ostracismo durante el franquismo, tal vez no hubiera tenido tiempo de abordar esta ingente tarea de ordenar el uso del español. Su historia atraviesa el siglo XX, siendo también la historia de una generación que en la década de los treinta era joven y ambiciosa intelectual y vitalmente. Una generación en la que las mujeres empezaban a sentirse cómplices de los cambios colectivos. Una generación que tuvo que “exiliarse”, muchos de sus integrantes fuera de nuestro país, y otros muchos, como María Moliner, en su propia intimidad, para sobrevivir tras la Guerra Civil.
Hasta hoy, sin embargo, nadie había emprendido seriamente la tarea de escribir una biografía como ésta, dando voz a la parte de su familia que la conoció (hijos, nietos), y poniendo en valor su figura dentro del contexto de la España de sus años. La autora consigue con este libro narrar la historia de un exilio interior, de una figura silenciosa que, en la intimidad de su hogar, consiguió crear una de las obras cumbre de la cultura española en el siglo XX, y cuya vigencia resulta hoy más clara
que nunca para la actual generación de pensadoras, escritoras e intelectuales.