siento mucho —susurré. Cerré los ojos—. Si pudiera cancelar la Selección, lo haría sin pensármelo dos veces. Pero todo el país se me echaría encima. Otro error que añadir a la lista de cosas absurdas y egoístas que he hecho.
Con suma delicadeza, me levantó la barbilla.
—Por favor, no hables así de la mujer a la que amo.