Don Quijote y sus fantasmas

Los hechos que conocemos son los siguientes:

en El trato de Argel y Los baños de Argel, y sobre todo en el episodio del cautivo en la primera parte del Quijote.

¿Por qué daría un escritor como Cervantes la paternidad de su obra a otro –y no a cualquier otro, sino a un representante de esa gente exiliada, personas que son ahora habitantes de su “otra costa”, ciudadanos de Cartago frente a su Roma, salvajes que, en la imaginación popular, son los que se vengan de los cristianos saqueando las ciudades portuarias y asaltando los barcos españoles, como esos piratas argelinos que lo mantuvieron cautivo durante cinco largos años–?

la definición de todo aquello que no es un cristiano viejo.

la multiplicidad de los pueblos árabes fue reducida al término “moro”.

tu Señor lo hubiese deseado, toda la gente de la tierra hubiese creído en Él. ¿Cómo osas forzarlos a tener fe?” (Corán, X: 99).

Sólo a los conversos se les ha permitido quedarse en España como cristianos nuevos.

El mundo de Cervantes (como el de cada uno de nosotros) es uno en el que representamos ciertos roles y vestimos ciertas máscaras.

Y sin embargo ambas declaraciones forman parte de la verdad de la novela:

Cervantes componiendo su libro en su celda nos parece más verosímil que Cervantes descubriendo el manuscrito de un cierto Cide Hamete Benengeli (que Aline Schulman acertadamente traduce como “Sidi Ahmed Benengeli”).