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Juan Rulfo

Pedro Páramo

  • Desyréeцитирует23 дня назад
    —No creas. Él la quería. Estoy por decir que nunca quiso a ninguna mujer como a ésa.
  • Marda Zuluagaцитирует4 месяца назад
    ¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido.
  • Marda Zuluagaцитирует4 месяца назад
    Quisiera volver al lugar de donde vine.
  • Grisцитируетвчера
    Bartolomé San Juan, un minero muerto. Susana San Juan, hija de un minero muerto en las minas de La Andrómeda. Veía claro. “Tendré que ir allá a morir”
  • Grisцитируетвчера
    »Y ya cuando le faltaba poco para morir vinieron las guerras esas de los “cristeros” y la tropa echó rialada con los pocos hombres que quedaban. Fue cuando yo comencé a morirme de hambre y desde entonces nunca me volví a emparejar.
  • Grisцитируетвчера
    Voz de mujer? ¿Creíste que era yo? Ha de ser la que habla sola. La de la sepultura grande. Doña Susanita. Está aquí enterrada a nuestro lado. Le ha de haber llegado la humedad y estará removiéndose entre el sueño.

    —¿Y quién es ella?

    —La última esposa de Pedro Páramo. Unos dicen que estaba loca. Otros, que no. La verdad es que ya hablaba sola desde en vida.
  • Grisцитируетвчера
    —¡Damiana! Encárgate de esa cosa. Es mi hijo.
  • Grisцитируетвчера
    —No lo sé, Juan Preciado. Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo. Y aunque lo hubiera hecho, ¿qué habría ganado? El cielo está tan alto, y mis ojos tan sin mirada, que vivía contenta con saber dónde quedaba la tierra.
  • Grisцитируетвчера
    Mi madre, que vivió su infancia y sus mejores años en este pueblo y que ni siquiera pudo venir a morir aquí. Hasta para eso me mandó a mí en su lugar. Es curioso, Dorotea, cómo no alcancé a ver ni el cielo. Al menos, quizá, debe ser el mismo que ella conoció.
  • Grisцитируетвчера
    Lo entiendo, Damiana. No te preocupes. Oye, ¿tú conoces a una tal Dorotea, apodada la Cuarraca?

    —Sí. Y si tú la quieres ver, allí está afuerita. Siempre madruga para venir aquí por su desayuno. Es una que trae un molote en su rebozo y lo arrulla diciendo que es su crío. Parece ser que le sucedió alguna desgracia allá en sus tiempos; pero, como nunca habla, nadie sabe lo que le pasó. Vive de limosna.
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