Hubo una vez una mujer que quiso tener un hijo y para ello recurrió a una bruja que le entregó una semilla de cebada. La mujer plantó la semilla y poco tiempo después nació de ésta una flor, que al abrirse dejó ver una pequeña muchachita. Por no ser más grande que un dedo pulgar, la mujer decidió llamarla Pulgarcita.