La suerte de la consorte

a principios de 1885, cuando González ya no era primer mandatario promueve el juicio. Pero mañosamente, él había aprovechado el tiempo en el cargo más alto de la República para cambiar los bienes conyugales a su nombre y ¡hasta para mandar a hacer cambios en el Código Civil que le impidieran a ella salir airosa de la situación!

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El primer gobierno del México independiente fue una Soberana Junta Provisional Gubernativa formada por treinta y ocho miembros, gente del clero, la nobleza y el ejército, así como ricos comerciantes y terratenientes, en la que “ni los insurgentes ni el pueblo tuvieron representación alguna”

firma de los tratados de Córdoba con el virrey Juan O’Donojú en 1821 consumó el triunfo. Se lograba así “el sublime objeto de sustraerse de la dominación española”. Morían las Indias y moría la Nueva España

Pero el enriquecimiento que obtuvo con ellos dio lugar a tan fuerte encono, que el hombre tuvo que retirarse durante varios años hasta que se le llamó para combatir al último grupo insurgente encabezado por Vicente Guerrero. Las famosas tres garantías (independencia, unión y religión) dieron nombre al ejército que bajo su mando fue obteniendo un triunfo tras otro hasta terminar con los sublevados o ponerlos de su lado

hombre fuerte del momento, el que podía negociar con los españoles y con los criollos, el que podía dirigir el levantamiento militar y contar con el acuerdo del clero pero también pactar con la insurgencia, era Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu. Joven ambicioso, “criollo típico de la elite provincial novohispana” según afirma Josefina Vázquez,7 era hijo de un rico propietario vasco y una dama nativa de tierras americanas. Por “su valor que rebasaba la temeridad” tuvo una actuación destacada en el ejército realista y los triunfos que logró contra los insur‍

lista que lo combatió. Pero hubo también quienes apoyaron a los insurgentes y se sumaron a ellos. Esto provocó situaciones difíciles como la que ocurrió con la esposa de Abasolo, Josefa Taboada, quien simpatizaba con los realistas mientras que su marido se unió a los insurrectos. A pesar de lo cual, cuando lo detuvieron, la señora movió sus muchas influencias hasta conseguirle el indulto y la deportación, lo que le salvó la vida

peculio armó un ejército contra los realistas y lo encabezó ella misma; de la generala Moreno que se fue a la batalla con todo y sus hijos; de las damas de Querétaro que ayudaron a huir a Hidalgo emborrachando a sus enemigos; de María Soto La Marina que le llevó agua a los soldados de Mina; de Gertrudis Bocanegra, a quien fusilaron; o de aquella mujer anónima que le salvó la vida a Guerrero en su huida por la selva?

inquietaron las señoras virreinas cuando se enteraron del levantamiento? ¿se imaginaron que terminaría con la expulsión del imperio español del territorio de la Nueva España? ¿tenían idea del apoyo que recibieron los insurgentes de las mujeres? ¿oyeron hablar de Josefa Ortiz de Domínguez, la esposa del corregidor, en cuya casa se celebraban reuniones conspiratorias; de Leona Vicario (que como les gustaba en esa época tenía el larguísimo nombre de María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador y Montiel) y su romántica historia de amor con Andrés Quintana Roo; de Altagracia Mercado que de su propio

y montones de muertos: “La superficie toda del suelo mexicano convertida en un solo campo de desolación y muerte”, escribió el doctor Mora.5

Tenía la Nueva España siete millones de habitantes, más de la mitad de los cuales eran indios a los que se explotaba en haciendas, minas y obrajes. Unos cuantos ricos ocupaban los palacios y mansiones situados “en medio de un pavoroso panorama de insalubridad y miseria”. Fueron ellos, los que no habían disfrutado de la prosperidad del reino, quienes con machetes y palos empezaron a tomar ciudades y pueblos y llegaron hasta San Miguel el Grande primero y luego hasta Guanajuato, que era un importante centro minero y comercial. De allí siguieron hasta las puertas mismas de la capital, a las que, sin embargo, no se decidieron a entrar. El virrey mandó reprimirlos y el obispo a excomulgarlos, a pesar de lo cual Hidalgo se puso a dictar medidas como la abolición de la esclavitud y el fin del pago de tributos. Decía una copla de la época:

Arriba Miguel Hidalgo,

que ha llegado a nuestra tierra,

que ha matado gachupines,

que les hace la guerra.4

Ése fue el inicio de una larga y sangrienta contienda civil con batalla