Hubo un tiempo en el que no soportaba la idea de volver a desprenderse de él. Un tiempo en el que había llorado su pérdida. Un tiempo en el que su corazón anhelaba sostenerlo, muchas décadas después de la última vez.
Ahora, no tolera su mera visión. Es un lastre desagradable en su bolsillo, un recordatorio involuntario de otra pérdida. Y cada vez que roza la madera, nota cómo la oscuridad le besa el nudillo