¿Y mi madre? Durante años presencié un espectáculo que me resultaba incomprensible, aunque por lo visto a nadie más que a mí le llamaba la atención; y era éste: una persona adulta, una persona teóricamente libre, dedicaba los mejores años de su vida, sin que ninguna ley la obligara, sin que nadie le pusiera una pistola en la sien, a hacer algo que odiaba. Mi madre odiaba el trabajo de ama de casa; lo odiaba con todas sus fuerzas, lo odiaba con toda su alma, lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba… y lo hacía. Cuántas frases suyas recuerdo perfectamente por haberlas oído mil veces…