Una moneda gira constantemente a lo largo de la novela. Tiene dos caras: la muerte y la inmortalidad están al mismo tiempo, en el aire, dando vueltas en un azar imposible. La moneda, como es de esperar, cae de canto.
Dos miembros de una sociedad secreta van tras una leyenda en el puerto fosforescente de una Mar del Plata contemporánea y alucinada; un pintor barroco anhela volver a Roma, se sabe asesino y persigue un libro improbable, un libro que profiere palabras que no se pueden decir; un hombre sin edad intenta salvar resignado de antemano a un moribundo y luego busca huir cuando comprende la trampa en la que ha caído.
Pienso que solo un dios puede leer la historia escrita en las quillas, y no cualquier dios: una deidad profana, herética y conocedora de un códice ajeno a los hombres.
Con una voz que recorre cada una de las partes de la novela, con una voz que unifica, que le da forma a cada indagación, En tres noches la eternidad es un tratado sobre la muerte, la inmortalidad y sobre la búsqueda de un sentido, el que le dé unidad a los fragmentos: una historia escrita en las quillas de los barcos, en los colores de un pintor intratable, en los restos de un naufragio.
En tres noches la eternidad muestra la madurez narrativa de Sebastián Chilano, su prosa inconfundible y lo revela, una vez más, como uno de los escritores más lúcidos de su generación.