—Deberías hacerlo. A lo mejor entonces verás lo que yo veo. A lo mejor verás lo que todos ven —dijo en voz baja—. Porque eres hermosa, Layla, y aunque puede que te diga esa palabra muy a menudo, no la pronuncio porque sí. Y he visto muchas, muchísimas cosas hermosas. La gente tan hermosa como los demonios son una atrocidad. Tú brillas con mucha más fuerza que ninguno de ellos, con diferencia. Es más de lo que hay en el exterior, viene desde dentro de ti. He visto un montón de cosas, y no hay nada, nada que se acerque siquiera a ti.