prevalece no es la de que los Gobiernos inviertan el dinero de nuestros impuestos en construir grandes sociedades, sino en derribarlas. En aras de la eficiencia, los Gobiernos han delegado la configuración y el alcance de la sociedad del siglo XXI a las corporaciones mediante programas de privatización en la escolarización, en la medicina y en la prestación de los servicios sociales. Si los Gobiernos anteriores destinaban enormes cantidades de dinero al mantenimiento de nuestras comunidades, escuelas, hospitales y paisajes rurales y urbanos, ahora prefieren dárselo a las empresas en forma de subvenciones, condonaciones fiscales o simplemente rescates a la antigua. Los economistas lo llaman sinergia, pero para mí no es más que bienestar al servicio de los grandes magnates del comercio.