interior, el segundo (que describe Stendhal) en el que la flor interior, alimentada ya con todos los extractos, se precipita fulminantemente en una cristalización; un segundo mágico, parecido al de la concepción y como ella escondido en la cálida intimidad de la propia vida, invisible, intocable, insensible, únicamente misterio vivido. Ninguna álgebra del espíritu puede calcularlo, ninguna alquimia de la intuición descifrarlo, y raras veces lo capta el propio sentimiento.