Lo juzgué bien, porque aceptó mi sugerencia. De hecho, lo hizo todo al pie de la letra, lo cual, sin duda, explica por qué obtuvo resultados. Se puso de rodillas y oró de la siguiente forma (es claro que no tomé nota de su oración palabra por palabra, pero me impresionó tanto, que lo siguiente es casi textual; fue toda una oración, créeme).
“Señor soy una sabandija, pero Tú lo sabes sin necesidad de que yo te lo diga. Soy de lo peor, como no ha habido otro, y si comenzara a decirte toda la maldad que he cometido, no tendrías tiempo para escuchar a otra persona, porque estarías muy ocupado conmigo. Además, de todas formas, sabes todo acerca de mí, entonces ¿cómo podría engañarte?
Pero créeme, Dios, no quiero hacerlo. Estoy hastiado de mi terrible manera de vivir, pensar y actuar,