Cuando, por ejemplo, un individuo o grupo expresa una opinión, es decir, una respuesta respecto de un objeto o situación, dicha opinión en cierta forma es constitutiva del objeto, lo determina. El objeto se reconstruye entonces de modo que resulte consistente con el sistema de evaluación utilizado por el individuo. Dicho de otro modo, un objeto no existe en sí mismo; sólo existe para un individuo o grupo y en relación con ellos. Por lo tanto, es la relación sujeto–objeto la que determina al objeto mismo. Una representación siempre es la representación de algo para alguien. Y como lo dice Moscovici, esta relación, “este vínculo con el objeto es parte intrínseca del vínculo social y por eso mismo debe ser interpretado dentro de este marco”. (3) Por tanto, la representación siempre es de carácter social.