Tal como dije en la introducción de este libro, es hora de que la verdadera iglesia responda. En un momento en que hay un resurgimiento del evangelio bíblico y un renovado interés en las solas de la Reforma, es inaceptable permanecer de brazos cruzados. Todos los que son fieles a las Escrituras deben levantarse y condenar todo lo que asalta la gloria de Dios. Estamos obligados a aplicar la verdad en una defensa audaz del nombre sagrado del Espíritu Santo. Si decimos ser leales a los reformadores, debemos comportarnos con su mismo nivel de coraje y convicción, contendiendo seriamente por la fe. Tiene que haber una guerra colectiva contra los abusos generalizados hacia el Espíritu de Dios. Este libro es un llamado a unirse a la causa para defender su honor.