El cielo de la selva

se viene a morir, a la vida me refiero, y a la selva también

La naturaleza de la muerte es una para todos, es un idioma común de las especies.

A lo mejor la felicidad es eso, una burbuja que se eleva y un corazón que no se siente preso. No lo sabe, pero la felicidad es, sin duda, algo más: una entrepierna húmeda, que con cada salto se roza.

Cuando nombras a una criatura, sea humana o gallina, puerca o yegua, le confieres una identidad, una dignidad, un espacio en el mundo: junto al nombre se regala un tiempo y un derecho a elegir sobre el propio cuerpo.

es mejor saber que desconocer, aunque en el fondo duela igual.

Santa le había tocado la dureza de los primogénitos, ese joderse por los otros,

sangre de su sangre, carne de su carne, olor de su olor.

Eran tan chulas las crías que Santa se las hubiera comido allí mismo

Porque aquella era la fidelidad verdadera: una para todas y todas en el cielo de la selva

Qué mierda, niña, pensaste, una hoja no me va a quitar el dolor de cabeza, pero estabas equivocada y demasiado viva para entender la piedad de las muertas, su divina compasión.