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Rachel Kushner

Los lanzallamas

  • Oswaldo Javier Valerdi Laraцитируетпозавчера
    –Hermanas –dijo Bene–. Los hombres os pueden poner en contacto con el mundo
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    El mundo era la gente, y eso hacía mucho más difícil que se encontraran dos individuos. Era igual que encontrar el amor: pura casualidad, un vuelo perdido en una escala. Era, de hecho, encontrar el amor.
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    Así que aquellos eran los tipos de los que hablaba Roberto. Los que decía que no tenían nada que comunicar, salvo «Llevo el pelo largo». Pensé en lo que Sandro me había dicho sobre la gente que decidía lo que pagaba de renta, o por un trayecto en autobús. Chic
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    El rostro de la signora Valera estaba casi translúcido de ira.
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    fue una sorpresa que Talia y la madre de Sandro se llevaran de maravilla. Pero no como si fueran madre e hija, sino más bien como dos guerreros que juntos descansan
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    Didi seguía secuestrado, pero yo había decidido no volver a pensar en eso hasta que se hubieran marchado todos. Había llegado el momento: cuando Sandro volviera, nos habríamos librado por fin de ellos. Talia volvería a Londres, el viejo escritor se iba al Danubio a bañarse como Hércules, y Roberto y la madre de Sandro volverían a Milán.
  • Oswaldo Javier Valerdi Laraцитирует5 дней назад
    Cuando Sandro sugirió que fuéramos de excursión aquella mañana, salté de alegría ante la idea de pasar el día lejos de la villa.
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    padre. T.P. Valera, Ardito, Futurista, Padre, Marito. Había muerto en 1958,
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    –Ignórales. Ella… Qué quieres que te diga. Yo la aprecio mucho, la verdad. Pero luego, cuando se haya retirado el servicio, abrirá la nevera y se pondrá a conta
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    La habitación se caldeaba, pero quedaba una nube de humo sofocante colgando sobre la mesa: una especie de rejilla blanca, enmarañada, que se iba espesando más a medida que progresaba la cena, haciendo muy difícil respirar.
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