La lengua dormida

El cuerpo no da saltos en el tiempo, se erosiona y se esfuma y se convierte en un montón de pequeños cuerpos que también se esfumarán y se convertirán en una energía que escapará lentamente entre la tierra.

Si dicen quiero, llevan queriendo desde que el universo era un punto suspendido en la nada. Y lo seguirán queriendo hasta que el cosmos retroceda y desaparezca.

Madre no sería un zombi notable si llegara a perder sus dientes postizos. Iría por ahí besando amablemente un brazo, una pierna, una cabeza, sin poder hacerse con un pedazo de carne decente.

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y se convierte en un montón de pequeños cuerpos que también se esfumarán y se convertirán en una energía que escapará lentamente entre la tierra.

El cuerpo no da saltos en el tiempo, se erosiona y se esfuma

Pero pasaron el tiempo y los años, y la promesa fue cayendo en saco roto y después en el olvido

Un perdón que pedimos los dos, cada uno por sus errores particulares. Unas gracias que dimos los dos, por cada segundo con ella desde que nacimos.

está conectada con la naturaleza del vínculo más significativo que se tiene con quien está muriendo frente a nosotros. Y no hay forma de articular el amor y explicarlo en ese último momento. Porque sólo es un momento, una brecha temporal demasiado reducida, en la que puedes ofrecer algo a quien emprenderá el gran viaje. Algo que quieres que se lleven. Una palabra. Un alarido. Un beso. Una caricia. Y si al final no consigues sino quedarte callado, sobrecogido o paralizado podrás, más adelante, lanzar un puño de tierra mientras baja el ataúd y se oculta en el suelo de un cementerio

Llegó mi hermano y se quebró y nos echamos encima de mi pobre madre a gimotear y apretar sus bracitos lacerados por las agujas y los tratamientos químicos. Y ahí, asidos a ella, fuimos niños otra vez.