Las amistades que no parten de ahí no se tambalean de esa manera ante esta situación, porque o bien se habían colocado en espacios diferentes, o bien se habían ganado poco a poco su lugar en estos de una forma más pausada, menos pasional. En cualquier caso, tienen menos en común con la pareja. Muchas veces ni siquiera las gestionamos con ella: ya están asentadas, a menudo a una distancia prudencial del núcleo volcánico y no son vistas como una amenaza. Son amistades que avanzan con lentitud pero también con el peso de una manada de elefantes,