En 1857, Charles Dickens y Wilkie Collins se pusieron a escribir una historia a cuatro manos. El resultado fue esta divertida novela protagonizada por dos profesionales del ocio, dos amigos cuya holgazanería constituye un paradójico acto de rebeldía en una Inglaterra victoriana que ensalzaba la diligencia y la productividad como virtudes rectoras.
Como el Bartleby de Herman Melville, el dúo cómico formado por Thomas Idle y Francis Goodchild preferiría no hacer nada, o al menos nada que comporte un esfuerzo demasiado oneroso. Aun así, hilarantes aunque modestas aventuras les salen al paso en sus viajes por los pueblos de Inglaterra. La ascensión de una montaña, un día en las carreras de caballos, un partido de críquet, un trayecto en ferrocarril o la visita a un balneario; hasta la actividad más anodina puede propiciar el encuentro con personajes pintorescos y situaciones disparatadas que acabarán por reafirmar a Thomas Idle en su resolución de «no volver a ser activo nunca más, bajo ningún pretexto y por todo el tiempo que le quedara de vida».
Esta deliciosa novela de espíritu cervantino da rienda suelta, a través de digresiones e historias intercaladas, a lo mejor de cada autor: el realismo lírico y la sátira social de Dickens, el misterio y el suspense que con tanto éxito cultivó Collins.