Hace unos meses, mientras terminaba de reunir la documentación para este libro, descubrí que una de las vidrieras de la iglesia episcopal de Dayton, en Ohio, contiene la efigie de C. S. Lewis, el autor de Las crónicas de Narnia. En el vitral el escritor británico aparece con chaqueta y corbata; el león de Narnia se acurruca a sus pies y un cohete espacial escupe fuego a su espalda. El conjunto es tan kitsch que resulta atractivo, pero lo que impacta no es tanto el retrato como el lugar en que está ubicado: un escritor entre imágenes de santos.