Ahora bien, en cuanto nuestra existencia toma una dirección, cobra sentido. Y cuando dicha dirección desemboca en un estado de armonía y comunión, en otras palabras, un estado de amor, como en el caso de la belleza, nuestra existencia alcanza su más alto significado, porque es entonces cuando le hace señas a la vida verdadera; y la vida verdadera, a su vez, le hace señas a la belleza.
Para aclarar mis palabras, reformulémoslas así. Gracias a la belleza, el mundo no es en absoluto un