Abelardo y Eloísa

Buscaba huir de los recuerdos del ermitaño que por los pasillos la perseguían.

Era una enamorada ilusa, ingenua y soñadora,

—Es mejor ser demente alegre que incrédulo infeliz

Las margaritas y las flores le abrían el paso.

Estoy enamorada, amigas, estoy completamente enamorada

Ella experimentó irresistibles deseos de aliviar ese espíritu adolorido

Una vez que se recuperó del impacto, aprovechó para mirarlo nuevamente.

Eloísa captó, por suerte, al cambio de página, una mirada dura, tensa, perpleja del estudiante. No obstante esa expresión torturada (o quizá por ello mismo) se inflamó de un amor incontenible.

“Se aprenden muchas más cosas en los bosques que en los libros; los árboles y las rocas os enseñarán cosas que no podríais oír en otro sitio”.