La paz y el equilibrio de un pueblo de pescadores se resquebrajan con la desaparición, primero, y el asesinato, después, de una joven irlandesa que pasa sus vacaciones en la isla. El hallazgo del cadáver en los bajíos atormenta a la dueña de un hostal que no se atrevió a hacer una llamada a la Guardia Civil. La vergüenza y la culpa la empujan a buscar ayuda en «un conocido de la época de la universidad: un tipo con una mirada franca, un andar desgarbado y un oficio estrambótico». De esta manera azarosa, como la vida misma, el detective Ricardo Blanco acaba en un pueblo dejado de la mano de Dios. Y, a cada paso que da en su investigación, la trama se va enredando más. Cada peldaño que conduce al fondo del crimen esconde un nuevo enigma.
La estación enjaulada es la decimotercera entrega de la saga de Ricardo Blanco y supone otra vuelta de tuerca en la producción literaria de José Luis Correa. Aquí el autor grancanarino se adentra en la oscuridad de las sectas, un mundo tenebroso con personajes siniestros, intenciones aviesas y ausencia de escrúpulos que se apilan en una novela que estremece y abruma.
En esta nueva entrega el lector se encontrará con un Ricardo Blanco cada vez más hondo y reflexivo, más cercano a Maigret que nunca. No obstante, la riqueza verbal y la socarronería siguen siendo las inconfundibles del estilo de José Luis Correa.