Bien, quizás no vayan a creerme, pero mientras aquella zorra fingía estar jugando, lo que en realidad estaba haciendo era sacando subrepticia y cautelosamente el tapón del baño. Como ya saben ustedes, cuando se quita el tapón del baño y éste se encuentra repleto de agua hasta el borde, la succión del desagüe es fortísima. Y cuando un hombre se encuentra sentado a horcajadas sobre ese agujero del desagüe, como me ocurría a mí en ese momento, es inevitable que sus dos posesiones más tiernas y valiosas sean absorbidas repentinamente por ese horrible agujero. Se oyó un sordo plop en el momento en que mi escroto, arrastrado por la fuerza de succión, resbaló hasta el agujero y se introdujo en él. Solté un grito que seguramente se oyó claramente al otro lado de Kensington Square