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La ininterrumpida repercusión que ha encontrado hasta hoy Les fleurs du mal tiene una profunda vinculación con un determinado aspecto que este libro concede a la gran ciudad; era la primera vez que el tema hacía su ingreso en la poesía. Se trata del aspecto menos esperable. Lo que resuena en Baudelaire, cuando conjura París en sus versos, es la caducidad y fragilidad de esta gran ciudad.