Ver, mirar, oír… La inutilidad de estas acciones cuando somos testigos de un fenómeno es denunciada por Juany Rojas, mostrando que el poeta es un testigo privilegiado porque no mira, observa, y porque no oye, escucha… La tierra, “arrebozada en un chal mortuorio”, es vestida por Juany con los ropajes de versos poseedores de tanta fuerza como la de aquellos fatídicos 3 minutos que transformaron el sosiego en gritos de terror.