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Richelle Mead

Deuda De Espíritu

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  • Dennisцитирует8 лет назад
    No hay lugar en el mundo donde puedas ocultarte de mí.
  • Karla Jцитирует2 года назад
    Me dolía ver aquello en él. No sabía cómo reaccionar ante una actitud tan sombría. Dimitri pensaba que no había esperanza para él. ¿Y yo? Yo no era capaz de imaginar un mundo sin esperanza.
  • Karla Jцитирует2 года назад
    —Tu optimismo… esa forma de creer que eres capaz de hacer realidad lo que sea. Oh, Rose, esa es una de las cosas increíbles que hay en ti. También es una de las cosas más irritantes que hay en ti.
  • Ambar Encaladaцитирует2 года назад
    Se te olvida que tengo una personalidad adictiva. Estoy enganchado a ti. No sé por qué, pero pienso que me podrías hacer todo tipo de maldades y seguiría volviendo a ti.
  • Ambar Encaladaцитирует2 года назад
    Conforme Dimitri se fue girando lentamente, resultó obvio que él opinaba lo mismo. Su expresión se transformó ante nuestros ojos, y pasó de la desolación a la ilusión.

    Él no fue el único que se llenó de ilusión. Mi mente podía estar enlazada con la de Lissa, pero, en el otro extremo de la corte, mi cuerpo casi se queda sin respiración. El fugaz vistazo que de él había conseguido la noche antes ya había sido increíble, pero aquella… aquella imagen completa suya que ahora miraba a los ojos de Lissa —a los míos— resultaba impresionante. Una maravilla. Un regalo. Un milagro.
  • Ambar Encaladaцитирует2 года назад
    Tengo dieciocho años. Soy una adulta y no necesito que me ayude. Soy capaz de amenazar a mis novios yo solita
  • Ambar Encaladaцитирует2 года назад
    Entré en «modo de combate», los sentidos concentrados en instintos básicos: lucha, esquiva, mata.
  • Ambar Encaladaцитирует2 года назад
    Era Dimitri. Siempre Dimitri. Dimitri, el hombre al que amaba. Dimitri, el strigoi al que quería salvar. Dimitri, el monstruo al que con toda probabilidad tendría que matar.
  • Ambar Encaladaцитирует2 года назад
    El amor que habíamos compartido siempre ardería en mi interior, por mucho que yo no dejara de repetirme que tenía que pasar página, por mucho que el mundo pensase que había pasado página. Él estaba siempre conmigo, siempre en mi mente, siempre haciéndome dudar de mí misma.
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