Aunque todos hablamos un español igual y, al mismo tiempo, diferente, muchas personas, por desidia o por impasibilidad, se comunican mediante despojos sintácticos y burdas invenciones léxicas. No hablamos de perfección, porque esta no cabe en la pequeñez del hombre, sino de esmero en el decir para evitar excesos. El buen español, que recreamos cada día, no es solo el que responde a los cánones de lo correcto, sino también el que revela preocupación de claridad y de concisión por respeto a los demás.
Este libro trata, entre otros temas, qué es la normativa lingüística española; extranjerismos, préstamos, calcos y falsos cognados; normas de concordancia; qué significa ser corrector de textos y, por ende, qué debe corregirse en un texto; etcétera.