Un buen número de dolencias comunes, como indigestiones, espasmos gastrointestinales, mareos, náuseas, acidez estomacal, afecciones respiratorias leves, alergias, problemas nerviosos (insomnio, taquicardia, tics nerviosos), astenia, alteraciones hepáticas leves, hipertensión arterial, diabetes, problemas de mala circulación sanguínea, retención de líquidos, sobrepeso, infecciones urinarias, dolores articulares, afecciones dermatológicas diversas, afecciones bucales y otras muchas se pueden tratar con remedios totalmente naturales, a través de fórmulas herbarias, que se aplican por vía oral en forma de tisana o por vía tópica en forma de baños, friegas, colutorios o colirios. Las plantas medicinales que conforman estas fórmulas, muy ajustadas, nos brindan el poder reparador que ejercen a partir de sus diferentes principios activos. Las tisanas nos son remedios milagrosos, y en muchos casos no pueden, en modo alguno, reemplazar los tratamientos clínicos, pero sí han demostrado una eficacia curativa relevante, como prueba la confianza que los herbolarios siguen suscitando en sectores importantes de la población. Además, las tisanas, de sabores y aromas muy diversos, nos ofrecen la posibilidad de experimentar nuevas y viejas sensaciones gustativas y de ser, al tiempo, un buen pretexto para cultivar las relaciones sociales o la introspección.