La poesía de José Emilio Pacheco me gusta porque suele partir de nuestra cotidianidad. Me parece de una belleza que se siente cercana, sin pretensiones.
De poesía transversal, La arena errante captura instantes, desbobla cuadrantes, canta de las cosas sencillas en un español enriquecido. Sentencias cortas, a veces fulminantes y lapidarias. El poeta Pacheco es sabio, hurga en las profundidades del alma y deslumbra con pinceladas poéticas únicas. Habla de la carroña que seremos y de la velocidad y fugacidad de la existencia. La arena errante se desliza en un par de tardes y deja un grato sabor para regresar a él, una y otra vez.