Detrás de los cuentos de Hilma Contreras está su historia extratextual, la no narrada, la que llevamos a cuestas las mujeres que nos enmarcamos en un silencio escogido, opcional, para no revelar nuestra propia identidad; esa que no aparece en ninguna nota crítica o ficha biográfica o que, al contemplarse una fotografía de nuestro rostro, ocultamos porque somos una metáfora cuando nos colocamos las rejas del silencio para justificar la voluntad de autoprotegernos del mundo: sí, del mundo por la “peligrosa” rebeldía que asumimos y que puede arruinar o desvanecer nuestra existencia, más aun cuando se reivindica ser un alma libre.