Hay palabras que no revelan su sentido final en el momento en que fueron pronunciadas. Palabras que se van hinchando como las nubes, pof, pof, pof, a lo lejos, lejos de aquellos que las escucharon y a veces también de quienes las pronunciaron; lejos se siguen cargando mientras la vida sigue y las personas pasan y otras palabras también pasan, palabras que a lo mejor se completan y revientan apenas salen de las bocas porque no tenían más misterio que la suma de sus letras, puffff, se deshacen en los oídos, desaparecen como la espuma del mar, mientras esas otras, las invisibles, las gigantescas, las que creímos que no tenían más misterio que la suma de sus letras, han seguido creciendo, hasta que ya no pueden más y entonces caen como un vendaval sobre la memoria, reventando el tiempo