Noventa Y Ocho Segundos Sin Sombra

Yo sé lo que es querer que nadie te toque

una alegría que de tan alegría es casi dolor.

Padre no es feliz, que Padre quisiera llorar pero no puede, primero porque es hombre, segundo porque un hombre adulto no puede permitirse ese lujo

Las personas se ven más claras, más verdaderas, y ya no importa tanto todo lo mal que te han tratado quizás sin darse cuenta.

Es horrible despedirte. Y al mismo tiempo saber que te vas a ir, que estás cortando los hilos, te hace abrir los ojos

Mi letra ha cambiado, ha perdido redondez. Debe ser el miedo.

«Porque quien ayuda a nacer, ayuda a morir.»

La decisión no fue tan difícil. Cuando ves más allá de vos misma, ninguna decisión es difícil.

Estoy casi vacía. Las palabras me estorban.

Silbé entonces con más energía, como inflando el universo con mi hálito, llenándolo de mí y de todo lo que me dolía.