l fútbol se iba haciendo pasión popular y revelaba su secreta belleza, y a la vez se descalificaba como pasatiempo fino. En 1915, la democratización del fútbol arrancaba quejas a la revista Sports, de Río de Janeiro: «Los que tenemos una posición en la sociedad estamos obligados a jugar con un obrero, con un chofer… La práctica del deporte se está convirtiendo en un suplicio, un sacrificio, nunca una diversión».