Estética de la literatura

El siglo XX ha sido el siglo de las obras incompletas, empezando precisamente por su escritor –quizá– más grande y sin duda más radical: Franz Kafka. Un carácter incompleto que nace de la insatisfacción ante las formas cerradas: de un carácter que es intrínsecamente interminable. Entre los proyectos más significativos que han quedado

Estamos, por tanto, ante fenómenos muy distintos, pero que parecen responder en el fondo a la misma pregunta: ¿qué hacer con la estética en una época en la que todo se convierte en estética?

el extremismo trágico de Sarah Kane, o lo grotesco, deliberadamente repugnante, de las producciones de Frank Castorf8.

programa vanguardista, el cual pretendía sacar el arte de los museos para extender su alcance a todos los ámbitos de lo vivido

Se trataba de una reacción terapéutica frente a los excesos del Formalismo estructuralista, tan obsesionado por la búsqueda de la literariedad

la Ilustración, que había entendido lo estético como una región autónoma, capaz de crear mundos intersubjetivos y totalidades simbólicas.

despertar la apatía perceptiva del espectador moderno, demasiado estimulado y, por tanto, en el fondo, anestesiado*.

la intervención decididamente política del arte poscolonial, feminista y gay

Una vez anulada la diferencia jerárquica entre alta y baja cultura, la dimensión estética se ha extendido a todos los aspectos y rincones del mundo contemporáneo (política, vida cotidiana, publicidad, objetos, urbanismo, cuidado del cuerpo, videojuegos, computer graphics, etc.), característica que coexiste con la homologación y el anonimato de periferias y no-lugares, herederos perversos de un ocaso de la belleza que se remonta a la época romántica

¿Qué papel desempeña el arte en una época como la nuestra, de estetización omnipresente, de «epidemia de lo imaginario»,