Lo sublime pasa de este modo a ser un placer negativo (delight, no pleasure), conectado a sentimientos y sensaciones como el vacío, lo desierto, la soledad, la noche, la inmovilidad, la incertidumbre, el arrastrarse de un reptil, el toque de una campana. Estamos ante un sentimiento de terror y estupor frente a ciertos fenómenos que se escapan al control racional y que provocan una pérdida del yo: una aniquilación que se convertirá en centro de las orientaciones decadentes y nihilistas.