En realidad, estética y literatura obtienen su fuerza precisamente de ser ambas nociones temporales e inestables, que han sufrido continuas transformaciones. En los dos casos, pero especialmente en el primero, se plantea sobre todo una cuestión de génesis: en cuanto concepto y disciplina autónoma, la estética nace en el s. XVIII, que es el siglo de la Ilustración y de la creación de los primeros museos