1983: Berlín Este, Bogotá, Bucarest, Kiev, Leipzig, Lima, Pekín o Varsovia; en Santiago, la niebla es más espesa. Pero, bajo la misma niebla de la dictadura, memorables fueron El Trolley y El Garage Internacional y, después, en la democracia tutelada por las brigadas de negro que siguieron invocando la muerte bajo su bola de espejos rotos, las fiestas Spandex fueron también irresistibles. Entonces, cuando el sistema universitario había sido desmembrado, la pista de baile semiclandestina fue el lugar donde una nueva generación de jóvenes artistas, sobre todo teatrales, fraguó los repertorios culturales que imaginaron la alegría que jamás llegó. Peor aún, la alegría que la transición fustigó con lacrimógenas y pánico moral.